Como cuando una cucaracha que camina por el techo y pierde el equilibrio se cae sobre tu cara, así de asqueada me siento hoy por vos. Sé que toda la ira del mundo no cabe en solo un metro cincuenta y tres, pero lo he estado intentando. Sé que a pesar que lo quiera, mi mirada no te va a matar. Pero no te preocupés, que todas las noches rezo porque murás solo, lentamente y sufriendo de manera insoportable. Porque tal vez si soy constante, Dios me premie por mi disciplina.

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