Ese día se despertó cuando la alarma todavía no había sonado, era tan temprano que todavía estaba oscuro. Inmediatamente, se arrepintió de haberse acostado tan temprano la noche anterior. Después de un gran rato, decidió levantarse, ya había salido el sol y dejaba admirar la hermosa mañana, el cielo estaba tan despejado que no parecía que fuera la primer semana de noviembre.
Al levantarse su abuela, unos cuantos minutos después que ella, decidieron desayunar antes que nada. Como la mañana era tan magnífica, comieron en la terraza, la mesa estaba llena de exquisitos manjares, quesos, jamón, mermeladas de distintos sabores: mora, albaricoque, fresa y guayaba, un bollo de chapata y otro hecho con una harina integral y con una serie de granos en la parte de arriba, tostadas de pan cuadrado, pancakes, por supuesto acompañados de mantequilla y miel, jugo de naranja, té para la chica y café para su abuela, además de la repostería que se encontraba en la canasta tapada con la servilleta blanca al lado de la mesa, y la fruta picada al lado contrario.
Al terminar se bañó, alistó sus cosas, tendió la cama y partió hacia la universidad. Por vivir en un barrio donde todos tenían auto, el relieve parecía no importarles que tan empinado fuera, y esa era la principal razón por la cual ella odiaba ese residencial, duraba aproximadamente 20 minutos, después de las dos enormes cuestas que debía atravesar para llegar a la parada del bus más cercana. Así que ese día se fue una hora antes para poder caminar en paz.
Cuando ella se despertó jamás hubiera pensado que ese sería el día que cambiaría por siempre el resto de su vida. Era hija de un artista, de gran renombre en su medio pero de allí no escapaba su fama, en cuanto a su madre, era una mujer que pudo haber sido muchas otras cosas pero prefirió dedicar su vida a su hija y por ello optó por trabajar para el gobierno. Su condición económica podía ser envidiada por muchos; sin embargo, no quiere decir que fueran una familia acaudalada. Al igual que muchos otros, dependían de su trabajo para sobrevivir.
Vivían en un buen vecindario, podían tomarse muchos lujos, pero su vida nunca sería como la de él.
A punto de morir de un ataque cardiaco, se levantó después de escuchar el despertador por tercera vez, ya era tarde. Inmediatamente se arrepintió de haberse acostado tan tarde la noche anterior. Al levantarse vio a sus padres tomando el desayuno en el comedor, al ver lo tarde que era no perdió tiempo en incorporarse al desayuno.
Era principalmente el desayuno de siempre, avena, pan integral y mermelada sin azúcar; su madre tendía a veces en exagerar el hecho de conservar la línea y lo importante que es mantener la figura. Siempre que iba por la mitad de la avena decía que ya estaba satisfecho; sin embargo, cualquiera que lo hubiera visto fuera de su casa sabía que sólo lo decía para escapar de esa comida y llegar a comprar algo, tal vez una empanada frita de queso, en la universidad.
Con costos entró al baño y logró medio alistarse, él no debía preocuparse por la cama ni por caminar hacia la universidad, ya de eso se harían cargo los otros, la mucama tendería su cama y para su graduación de undécimo su padre le había regalado un XKR.
Él estudiaba derecho, no porque deseara, sino porque su papá no le permitía estudiar lo que él realmente quería. Al ver que sus dos hermanos mayores eran exitosos economistas, no por él ser el tercero, iba a poder estudiar historia, debía estudiar algo de prestigio y que su padre considerara digno de respetar, y puesto que él no pretendía estudiar economía, su única opción fue esa.
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De esta manera, más apurado que de costumbre salió a toda prisa. Iba tarde, siempre lo decía, "Una cosa es ir tarde y otra es estar tarde, porque aunque falte sólo un minuto y esté a 30 km todavía sólo voy tarde, si ese minuto termina y no he llegado, estoy tarde".
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Fue así como sucedió lo que tenía que pasar y a Felipe y Laura les cambió ese día la vida.
(Bueno ya me cansé, mañana escribo más)
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