Ella miraba en silencio, calmada, callad, inmóvil. De sus entrañas salía esa criatura, engendro producto de una invasión sucia y oscura, de esa violencia indescriptible de aquella penetración que desgarró e hizo sangrar a su madre. Esa criatura iba naciendo, haciendo su camino al mundo, atravesando el cuerpo de esa mujer. Destrozando su carne y pudriendo su sangre. ¿Es que nueve meses en su vientre lo hacían su hijo? Ella no lo creía así, ella no lo sentía.
Cuando la criatura logró salir, su hermana lo recibió, miró con temor a la nueva madre y envolvió al bebé en una manta.
-¿Qué es?
-¿Acaso importa? Es un bebé, una criatura del Señor.
-¿Qué es?
-¿Cuál sería la diferencia?
-¿Qué es?
-Es... es un niño
Con sus últimas fuerzas la mujer recién parida se levantó y arrebató al niño de las manos de su hermana y en rápido ademán envolvió su pequeño cuerpo en su cordón umbilical, sus labios rápidamente se pusieron morados y pronto todo su cuerpo. El niño ya no lloraba, el niño ya no se movía. El niño ya no respiraba, sólo yacía ahí, inanimado.
-¿Qué haz hecho?
-Lo que debía ser hecho.
-¡Era sólo un niño recién nacido! ¡Inocente!
-Juré que ningún hombre jamás volvería a tocarme, eso lo incluye a él.
-Era tu hijo...
-No, él no era mi hijo, era sólo una criatura que creció dentro de mi, como un parásito.
Su hermana empapada en llanto recogía del piso el cadáver caliente.
-Te arrepentirás y este pecado te perseguirá como un fantasma el resto de tus noches en este mundo. ¡Que Dios se apiade de tu alma!
-Justamente, que sea Dios quien me juzgue, y junto a mi espero que se encuentre ese hombre. El que me hizo suya sin yo quererlo. Y es que el recuerdo de su aliento y sus manos sí me persiguen cada noche y entre mis piernas vuelvo a sentir el dolor. ¡Me despierto para ver si todavía corre sangre por mis muslos! Y tu te dignas a hablar de pecados y arrepentimientos. ¿Cuál fue mi pecado para merecer esto?
-No lo sé hermana, no lo sé. Pero te juro que quisiera ser hombre y poder ir y encararlo yo misma y matarlo con mis propias manos, si fuéramos hombres nada de esto habría sucedido.
-No hables así. Prefiero sufrir y saberme débil que ser uno de ellos. ¿Qué acaso lo único que hacen no es destruir? Me dan asco, prefiero morir mil veces y ver la sangre brotar de mi vientre que ser hombre.
-No digas eso...Te juro hermana que no todos son iguales.
-Sí lo son, solamente no han tenido oportunidad.
Agotada se volvió a acostar en la cama, con sábanas empapadas de placenta y sangre mientras su hermana salía de la habitación con el niño en brazos anunciando que había nacido muerto, ahorcado con su propio cordón.
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Etiquetas: Cuentos, Desde mi extraño subconciente
Salió del baño y me miró, solamente andaba el boxer negro tallado que sabe que me gusta, me miró de arriba a abajo, alzó una ceja. Alzó una ceja. ¿Quién putas se cree él para alzarme una ceja? Estaba claramente ofendida. De repente me sentí sucia, como que me tenía que duchar de manera tan urgente que no aguantaría un segundo más sabiendo que él recorrió mi cuerpo... que él estuvo allí... aquí. Fue como si de un momento a otro me hizo sentir que fui una del montón. Sí era una de sus tantas, lo sabía, sabía que no había sido la primera, que no sería la última, y probablemente que en ese momento tampoco era la única, pero me hizo sentir como dispensable, como fácilmente intercambiable, y eso no se lo permitiría.
Cuando dio un paso al frente, para acercarceme para volver a empezar una vez más, a pesar que vi esos brazos piel morena, a pesar que la tentación estaba a punto de superar la indignación, logré levantarme y vestirme. Mi orgullo siempre sería más fuerte. Me puse las bragas de espaldas a él, sin verlo, sin oirlo, sin respirar, no quería que su olor me hiciera querer volver, no quería que su voz me hiciera estremecerme como siempre lo logra cuando me habla quieto al oído.
Se me acercó, me tocó la espalda, la recorrió con su índice desde arriba hasta la base, un calambre lo acompañó. Cuando me levanté para buscar mi enagua me tomó de la mano, me dio vuelta y me besó. Me quité.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué te quitás?
-Andate a la mierda, matate.
Me miró confundidio, entre ira y sorpresa. Todavía no me había soltado. Me tomó por la cintura, y subió a la cama. Ahora estaba acostada boca arriba, debajo de él, odiándolo.
-¿Te enojás de la nada y esperás que me quede como si nada esperando a que se te pase?
-No te preocupés en esperar que no pensaba volver.
Silencio
Me miró a los ojos por lo que sentí fueron horas, él no entendía.
-Nunca has sido de las que se enojan por nada y se van.
-Es que sí hubo algo, que no lo notaras es otra cosa.
Me soltó las manos y suavemente, con ternura y lo que me dio la impresión, lleno de amor, me besó.
-Perdón, no sé qué hice, pero perdón. No quiero que te vayás.
-No soy una de tus amiguitas con la que llegás, jugás y cuando te acordás que tenés guardada una mejor te vas.
Ahora no solo lo odiaba, también quería llorar, estaba llena de furia y a la vez estaba muerta por besarlo. Debía admitirlo, aunque nunca fue mi intención, me enamoré de él. Por eso hoy cuando me percaté que le era dispensable me enojé. Me enojé más conmigo misma que con él. Yo sabía las reglas cuando comencé. Yo metí cabeza en esto. Pero tenía derecho a enojarme con él. Lo tenía. Yo sé que lo tenía.
-Yo no estoy jugando, te quiero.
-No te creo.
-¿Por qué no?
-Porque no- Ya no había aguantado más, ya estaba llorando, al menos tenía los ojos rojos.
-Si te querés ir, andate. Aquí voy a estar, esperándote.
-Ya veremos- me levanté y me vestí. Salí sin ver atrás, sabiendo que si lo veía me arrepentiría.
Tres meses después volví. No estaba. Me dijeron que salió en la mañana. Me senté frente a su puerta a esperar. Mientras esperaba dudé. No sabía qué decirle. No sabía como explicar por qué volví. No sabía nada. Me levanté, me había arrepentido. Cuando estaba en el lobby del edificio, él entró y me miró. Me miró de arriba a abajo. La misma mirada.
Me volví a enojar.
Se me acercó de frente, me abrazó y me besó.
-No tenés que decir nada, solo quedate.
Mirada incorrecta más palabras correctas. ¿Allí, en ese caso, quién ganaba?
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Estábamos sentadas en la mesa de Bahamas, ella con un etiqueta negra y yo con un Flor de Caña, ambos en las rocas, mientras se derritía el hielo rápidamente por el calor de la noche. Afuera los jóvenes subían y bajaban la calle sin parar como si desearan gastarla en esa noche, fumaban, tomaban, cantaban y hablaban. Una noche regular en La California. Una calle atestada de jóvenes ebrios que compraban sus bebidas en el ampm de la esquina y disfrutaban de la noche como si fuera la última noche por disfrutar.
Unos muchachos bailaban apasionadamente en la pista, a pesar de cambiar el ritmo una y otra vez, a pesar de que pasó de cumbia a salsa, y de salsa a bachata y de esta de nuevo a reggeaton, ellos no escuchaban la música, ellos bailaban uno pegado al otro como si fueran uno solo, mientras se besaban y abrazaban.
Una muchacha a su vez le sonreía a un desconocido mientras procuraba conocerlo. Al final de esa noche vimos que intercambiaron números y ambos se marcharon del bar contemplando disimuladamente el celular. En la otra esquina del bar una mujer fingiendo interés veía a su acompañante solo como castigo por aceptar los tragos a la que la invitó.
Otros en una mesa en la que ya no cabía ni una botella más de cerveza brindaban por no se qué y competían silenciosamente contra la mesa de al lado por ver quiénes lograban más botellas vacías; sin embargo, la riña terminó cuando uno de la otra mesa osó ordenar una Rock Limón, golpe bajo al orgullo de sus amigotes que lo vieron con desprecio al ver que la contienda había terminado por una simple cerveza condimentada.
En el bar de la esquina una señorita un poco demasiado ebria sostenía su cabello para no ensuciárselo cuando abrazaba la taza, en ese mismo momento, en ese mismo bar, otra lograba comprobar que hasta con un insulso escote una mujer podía cumplir muchas de sus metas si usaba un lenguage verbal y corporal correcto, bueno, comprobaba que el escote lo facilitaba.
En la calle un grupo tan variado en forma y en tamaño como en borrachera tocaban y cantaban la guitarra, pasaron por todo, Fabulosos, Héroes y Kadeho, nunca nadie comprendió cómo lograban acordarse de las canciones en tal estado.
Más abajo unos Darks hablaban de cómo se ha comercializado su estilo y que ya no era como antes, ahora un Dark era cualquiera que escuchara grupillos como Nightwish y se vistiera de negro, lamentaban el camino torcido que había tomado su estilo de vida.
Todavía más abajo, en el callejón más oscuro del barrio, unas personas intercambiaban unos puros por un poco de dinero, sin ninguna preocupación; ya que, todos sabían que ese era el lugar.
En el bar de más arriba un concierto daba lugar a un concierto punk a la media noche por lo que la fila de entrada era la más prolongada de todas, en espera y ansia de la música.
Y para agregarle un poco de folklor a la calle de La Cali, un mendigo se rehusaba a mendigar comúnmente, por lo que prefería decir que era un servicio a cambio de dinero. Él brindaba un rap y a cambio esperaba una remuneración monetaria, porque con su "mejor amigos en el camino, que enemigos del destino" y diciéndole primorosa a todas las chicas, realmente aportaba muchas risas que eran imposibles no recompensar.
De nuevo en Bahamas, a punto de terminarse nuestros tragos que eran más agua que licor, me dijo
-¡Que mierda de examen!
A lo que contesté,
-Ni hablar.
Y seguimos en silencio, tomando, esperando que se acabaran para ir por otra ronda.
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-No sé... es difícil de definir. Creo que es justamente el amor el sentimiento más difícil de describir. El amor es confundible con agradecimiento, aprecio y a veces hasta con odio, y si me preguntás así de la nada y sin avisar, ¿qué es el amor? Me sacás de base y no sé qué contestarte, pero para vos ¿qué es el amor? Siempre que me hacés una pregunta así es porque llevás pensando rato en el tema y y querés oir mi opinión.
Sonriendo porque como siempre lograba hacer, sabía exactamente todo lo que sentía le dijo:
-El amor... es distinto a lo que describen. No se trata de nervios y mariposas en el estómago, no se siente ni un vacío ni tampoco lleno, no se siente como uno se llena de esa persona al pensar en ella, no significa sufrir, oh por Dios que no, sobre todo no significa sufrir. Dicen que el que quiere disfruta y el que ama sufre, no creo en eso tampoco... No se trata de corazones rotos ni de drama, ni de sonreir como idiotas y mucho menos mirarse fijamente a los ojos por horas porque "con eso nos basta"... Creo que el amor no se trata de absolutamente nada de eso.
-Entonces, ¿qué es eso? Porque eso sí se siente, eso siente uno cuando ama a alguien...
-No, eso siente uno cuando está enamorado de alguien...
-Es lo mismo, no?
-¡No, jamás! El enamoramiento pasa, el amor no.
-Entonces, ¿qué es el amor?
-El amor es que esté a mi lado aunque esté a kilómetros.
-¿En serio, eso es el amor? ¿Así o más cliché?
-Dejame terminar, no seás feo.
-Ok está bien, seguí.
(-¿Alguna vez haz amado?
-Creo que no. Al menos no como se debe.
-¿Te haz enamorado de ella?
-No. Ya ese barco zarpó.
-¿Estás seguro?
-Sí... lo que siento por ella es distinto.)
-El amor es saber que piensa el otro antes de que lo diga. El amor es que esa persona esté cuando se necesita sin pedírselo. El amor es poder hablar por horas y horas y no cansarse, y siempre tener de qué hablar, y cada silencio es solo para tomar impulso. El amor es un sentimiento de dos, el amor es felicidad que le da el uno al otro, el amor es bilateral, sino, no es amor. El amor es decirlo todo sin palabras. El amor es sentir que no importa lo que hagamos siempre hay una oportunidad para redimirse porque el amor perdona. El amor es saber que se puede ser siempre uno mismo, sin máscaras y sin trampas, es aceptar, aceptarse y ser aceptado tal cual. ¿Sigo, o ya se entiende mi idea del amor?
-Tranquila, ya entendí.
-Entonces, ¿para vos qué es el amor?
-Ahora es sensillo.
-¿Qué?
-Lo que siento por vos.
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El viaje fue placentero; al principio algo incómodo al ver que nos teníamos que sentar uno al lado del otro, pero poco a poco nos fuimos acoplando. La excusa fue el crucigrama, del cual aprendimos que ninguno sirve para tal, luego un momento de distancia mientras atravesábamos el Zurquí para que finalmente una verdadera conversación diera inicio gracias a la simple pregunta de "¿Qúe música escuchás?". Así lentamente nos fuimos conociendo hasta descubrir que después de odiarnos, o realmente, de que él me odiara, eramos dos personas con tantas cosas en común que un viaje de cuatro horas sólo nos dejaría dar una pincelada sobre todo aquello que nos gustaba, para quizá descubrir también que nos sentíamos a gusto estando con el otro.
Pasamos a dejar las cosas a las habitaciones, luego de pelearnos por las camas, lo cuál verán fue inútil, nos fuimos al restaurante de la esquina a comer Rice & Beans, que no era tan bueno como yo esperaba, y como siempre se lo terminó uno de mis amigos. Decidimos irnos a comprar la comida de las semana y una vez todas esas necesidades básicas cubiertas, nos fuimos a la playa a ver el atardecer, y a ver a nuestros amigos jugar, lo que nos hizo pensar que no importa qué edad tengan ni cuánto midan, los hombres siempre serán chicos.
En la noche como es costumbre nos quedamos escuchando música en la terraza de la habitacíon y tomando licor hasta embriagarnos. Jugamos Kings, y como fue poco después de mi cumpleaños al salir el cinco, mi amiga me puso una regla bastante traicionera, cada vez que ella tomara yo tomaría doble. Así sin darme cuenta, en un dos por tres estaba bastante mariada y con una risa contagiosa. Sin embargo, todavía tenía un juicio bastante bueno como para comprender que debía detenerme, y lo hice.
Al final, a las cinco de la mañana nos fuimos a la playa a ver el amanecer el cual resultó un fiasco puesto que nos sentamos del lado equivocado así que lo único que hicimos fue ver cómo se iba aclarando el cielo. Después de tal decepción, a las 5:40 nos fuimos a dormir. Entonces dos personas de cada habitación cambiaron de cuarto, de esta manera, nuestro plan de que cada noche una de nosotras dormiría en la cama individual y dos en la matrimonial empezó a fallar, en especial cuando entré a la pieza y vi a uno de mis amigos en mi cama, ya cobijado y dormido, así que decidí irme a donde ellos donde la galantería y caballerosidad de otro salió a relucir y me cedió su cama.
Pero creo que para apenas ir por las 6:00 a.m. del segundo día el cuento se ha hecho largo y no les he proporcionado nada para su verdadero interés; sin embargo, debo advertirles que no me corresponde a mi contarles esas historias más jugosas. No obstante saltaré a mi parte favorita del viaje, la noche del segundo día.
Él y yo estábamos hablando en la terraza mientras compartíamos un trago de Coca con Flor de Caña, y surgió la pregunta, una pregunta un tanto pícara, un tanto indiscreta, pero más que todo curiosa, "¿Una mujer angelical o malvada?", se me quedó viendo y sonrió, después me dijo que esa era una difícil, pero el momento fue estropeado por el destino y por causas en las que no entraré en detalles una de las camas matrimoniales de la habitación se quebró, sólo nosotros estábamos afuera, así que entramos a ver que había pasado, al ver tal escena todos nos reíamos al ver lo increíblemente dañinos que somos; ya la chispa que se estaba encendiendo una ráfaga nos la había apagado, entonces se me acercó al oído y me dijo quieto mientras la otra mano sujetaba mi cintura, "Malvada".
Esa noche fue la más larga de mi vida y esa fue la cama más grande en la que jamás he dormido. Compartimos una de las individuales porque de nuevo la desorganización de tanta gente ebria había concluído en dormirse donde más cerca le quedara y a los otros que todavía gozábamos del estado de sobriedad resolver cómo dormir. La cama quebrada también había quebrado nuestros intentos de cualquier cosa, así que esa noche ni siquiera un brazo llegamos a tocar del otro una vez acostados. Definitivamente, el hombre propone, Dios dispone y el Diablo descompone. Al día siguiente él se fue. Nos despedimos en la estación de bus y los demás nos quedamos disfrutando del mar y la arena, porque el sol se escondió detrás de las lloviznas ocasionales y el perpetuo cielo gris.
Al final de la semana volvimos. Fue extraño, primera vez que un hombre me deja pensando en él. Al padecer del síndrome de juguete nuevo nunca me he interesado realmente en nadie, pero él me dejó pensando, eso me preocupó. Entonces como siempre fui y seguí mi primer impulso, justo después de volver mi amiga y yo volvimos a salir. Nos fuimos a tomar pero ahora con unos amigos de ella.
Siguiendo mis instintos volví a mi casa con una marca en el cuello de un beso más que sexy, por dicha, sin verdaderos arrepentimientos. Pero sólo para percatarme que es verdad y que un clavo no saca otro, y que sólo porque se llamen igual no implicaba que iban a hacerme sentir igual.
Siguiendo mis instintos volví a mi casa con una marca en el cuello de un beso más que sexy, por dicha, sin verdaderos arrepentimientos. Pero sólo para percatarme que es verdad y que un clavo no saca otro, y que sólo porque se llamen igual no implicaba que iban a hacerme sentir igual.
Resultado, después de una extensa suma de eventos inesperados ciertamente, terminé con un clavito que no se quiere ir, con un ligero bronceado que apenas pueda sí se irá, con una marca en el cuello y con un secreto, el cual resulta ser el mismo que la marca en el cuello pero significa que no quiero verlo hasta que mi secreto se haya ido...No quiero estropear cualquier cosa que pueda traer el futuro, sobre todo porque todo ocurrió solamente gracias a un semáforo...
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Te miro, me mirás, empezamos un juego curioso de miradas que no tiene remedio. Me pregunto cuando dejará de funcionar. Tengo la seguridad que me querés, tus ojos lo demuestran a pesar de que tus labios no lo digan. Con una facilidad increíble creo lo que me decís con esos ojos de avellana siceros y tiernos que tenés, y poco a poco me entrego a tu cariño y amor. Poco a poco porque tengo miedo me dejo dormir entre tus brazos y de la misma manera lentamente despierto al otro día sólo para encontrarte a mi lado con esa horrible costumbre tuya de verme dormir.
Te lo advierto ahora antes de que sea muy tarde, mi mayor virtud es mi peor defecto. Tengo la costumbre decir la cruda verdad sin lubricantes. Si siempre fuese lindo lo que tengo para decir no habría problema, la cuestión radica en que no siempre todo es lindo. Pero por alguna razón sucede que desde que te conocí, las cosas "feas" por decir se volvieron dispensables.
Antes de conocerte, al ir al supermercado por mi casa cuando la cajera de la voz chillona era la única atendiendo prefería volver más tarde con tal de ni siquiera verla y mucho menos oírla, pero desde que estás vos hasta eso que significaba un sacrificio tan grande se ha vuelto una nimiedad, ahora hasta la saludo cuando me la topo incluso fuera del supermercado.
No sé cómo, pero me has vuelto una mejor persona. Una persona que se preocupa por los demás y que genuinamente le interesa su bienestar. Una persona que le sonríe a los desconocidos y juega con los niños. Una persona que habla con extraños y se hace amiga de cualquiera con el que comparta un espacio. Una persona que ya no espera a que sea Navidad para dar regalos, y que ahora los reparte sin excusa. Una persona que entrega su corazón porque espera que todos realmente estén llenos de buenas intenciones. Una persona que cree que todos son capaces de dar algo bueno de sí mismos.
Lo que has hecho conmigo es algo terrible. Me has expuesto al mayor de los riesgos. Por eso te tengo que dejar. Me has encapsulado en una espantosa burbuja. Me hicistes creer que el mundo es color rosa pastel. Has destruído todo lo que me costó tanto construir. Te dejo porque sos un desubicado que cree que este mundo se puede salvar y que la humanidad es algo bueno por naturaleza. Estás loco y me estabas arrastrando a esa locura, por esto te dejo.
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Todo indicaba que era uno de esos días en los que se prestaba para ser feliz. El clima era perfecto, vientos ligeramente huracanados golpeaban las palmeras del jardín del frente, mientras ella jugaba con la idea de que la alegría tocaría hoy a su puerta.
Había concursado por un puesto, no muy importante para la compañía pero sí importante para ella. De repente sonó el teléfono, inmediatamente supuso que serían ellos informándole que sería contratada. Cuando contestó, la voz de la secretaria, un poco disgustada y un poco herida le dijo que no había sido electa para el puesto. Ella sólo logró articular "Por qué?". Fue ahí cuando la secretaria dio a entender su tono herido y siendo breve pero bastante concisa le dijo que ella sabía cómo eran esas cosas, y que un muchacho había sido contratado en vez suyo, ella quizá por su ingenuidad o quizá porque en ese momento no podía creer que hubiese un concursante que tuviera mejor curriculum que ella, se quedó callada, y la secretaria respondió a su silencio diciéndole "Sé que es injusto, pero estos viejos creen que el trabajo es para un hombre..."
Después de esto, ella se despidió de la secretaria, agradeciéndole la solidaridad y cortó la llamada. Minutos después lo vio aparecer por el jardín, habían sido novios por dos años, dos años que habían sido necesarios y suficientes para amarlo pero también para que la conociera. Al verlo llegar no supo cómo decirle que no había conseguido el trabajo y sólo logró descargarse en él gritándole y pegándole pequeños puñetazos en el abdomen, diciéndole que todos los hombres son unos cerdos, desgraciados, incapaces de valorar lo que tienen al frente.
Cuando él escuchó estas palabras, empalideció y suspiró, con la voz entrecortada logró hablarle "Lo siento, nunca quise que te enteraras así, te juro que ella no significó nada para mi, te amo.". Al terminar de decirlo ella estaba paralizada viéndolo directo a los ojos, más seria de lo que jamás creyó poder estar y le respondió "Yo hablaba del trabajo..."
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Mientras tocaba el piano, primero alegremente y después de manera melancólica, ella entendió que cada quién tenía su forma de expresarse, cada uno tenía su arte.
Pensó que eran dichosos aquellos quienes manejaban más de un arte a la perfección, pero, realmente no se puede ser perfecto, eso lo pensaba para consolarse...
Siempre pensó que pintar guardaba un cierto aire de magia y nostalgia, pero la música.
Ah, la música podía llegar a todos! Siempre lo escuchaba desde el piso de arriba tocar. Tocaba cuando se enojaba, cuando estaba triste, y el edificio entero se enteraba cuando feliz se sentía.
No era una persona tocando el piano, era mucho más que un pianista, cuando tocaba, su alma eran las teclas, su espíritu la partitura, y su corazón, su corazón latía por sus dedos.
El mismo latido que ella sentía cada vez que comenzaba a escribir...
Pero siempre pensó que lo que él hacía le era mucho más significativo al mundo... Todos en el edificio lo escuchaban y compartían con él sus sentimientos, pero ella, ella escondía todo lo que había escrito, quizá por miedo o tal vez vergüenza, pero para ella escribir era entregarse por completo a lo desconocido...
Escribir era mostrar su alma desnuda, acariciar sus deseos con las palabras... Y escribió tanto y tantas cosas de su pianista estrella que jamás se atrevería a mostrárselo a nadie.
Escribía el momento en que él la viera por primera vez, su mirada, cómo se enamoraría con una mirada. Cuando le preguntara su nombre y ella contestara apenada por la felicidad que sentía. Pero de escritos no pasaría... Ella jamás se atrevería a hablarle, y por la timidez de ella, él, quien suele pensar después de hablar y no decir lo que piensa, jamás la notaría.
Agua y aceite, quizá...
Pero ella era la mujer para él. De nadie más se enamoraría en el mundo. Creerá haber conocido el amor pero cuando al fin se tome el tiempo para conocerla entenderá que lo demás fue para pasar el rato y que ella sería para siempre. Él entendería que tocaba para las otras, que quizá hasta hizo algo para alguna, pero que compondría obras maestras para ella.
Entonces acostados uno sobre otro con 4 metros de distancia, el pianista y la escritora dormían esperando encontrarse.
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Gli automobilisti accaldati sembrano nom avere storia… Come realtà, un ingorgo automobilistico impressiona ma non ci dice gran che.
Arrigo Benedetti “L’Espresso”,Roma, 21/6/1964
Arrigo Benedetti “L’Espresso”,Roma, 21/6/1964
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Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, fuera el tiempo de los que no han hecho la estupidez de querer regresar a París por la autopista del sur un domingo de tarde y, apenas salidos de Fontainbleau, han tenido que ponerse al paso, detenerse, seis filas a cada lado (ya se sabe que los domingos la autopista está íntegramente reservada a los que regresan a la capital), poner en marcha el motor, avanzar tres metros, detenerse, charlar con las dos monjas del 2HP a la derecha, con la muchacha del Dauphine a la izquierda, mirar por retrovisor al hombre pálido que conduce un Caravelle, envidiar irónicamente la felicidad avícola del matrimonio del Peugeot 203 (detrás del Dauphine de la muchacha) que juega con su niñita y hace bromas y come queso, o sufrir de a ratos los desbordes exasperados de los dos jovencitos del Simca que precede al Peugeot 404, y hasta bajarse en los altos y explorar sin alejarse mucho (porque nunca se sabe en qué momento los autos de más adelante reanudarán la marcha y habrá que correr para que los de atrás no inicien la guerra de las bocinas y los insultos), y así llegar a la altura de un Taunus delante del Dauphine de la muchacha que mira a cada momento la hora, y cambiar unas frases descorazonadas o burlonas con los hombres que viajan con el niño rubio cuya inmensa diversión en esas precisas circunstancias consiste en hacer correr libremente su autito de juguete sobre los asientos y el reborde posterior del Taunus, o atreverse y avanzar todavía un poco más, puesto que no parece que los autos de adelante vayan a reanudar la marcha, y contemplar con alguna lástima al matrimonio de ancianos en el ID Citroën que parece una gigantesca bañadera violeta donde sobrenadan los dos viejitos, él descansando los antebrazos en el volante con un aire de paciente fatiga, ella mordisqueando una manzana con más aplicación que ganas...
*
*
(Cuento completo: link en el título)
Etiquetas: Cuentos
-No me lo diga si no quiere decirlo.
-Sí, sí quiero decirlo, lo quiero fuera de mí, pero no creo que lo quiera escuchar.
-Tal vez algún día...
-Debiera decirlo hoy, pero no, mejor no. Adiós!
-Cuídese
Entonces ella decidió partir, no la complacía su cobardía, simplemente no eran compatibles, siempre pensaba "Ese sentimiento no es para mí", y fue cuando se devolvió, subió las gradas y se lo dijo, con el mayor dolor de estómago que pudo jamás sentir, con las piernas más temblorosas que si estuviera frente a un perro enorme, y con muchas ganas de llorar o gritar, ni ella sabe...
-¿Quiere saber? ¿Quiere saber lo que me pasa? Y yo sé que no está preguntando, pero se lo quiero decir de una vez. He pensado mil veces esto en mi cabeza y nunca sale perfecto, o al menos bien, ni siquiera no mal, entonces si no va a quedar ni perfecto ni no mal, ¿por qué no decirle de una vez?
Porque me está volviendo loca imaginar qué voy a decir sin hacerlo, así que ya no puedo más. Estoy cansada nada sale como quiero.
-Tenga paciencia.
-No es una cuestión de paciencia, soy nada más yo, siento que no soy suficiente, no le basto a nadie, o sea, una cosa es no ser bueno tocando piano, Fernando, o no poder cantar o hablar bien y otra muy distinta es considerar que no se es bueno en nada, y que nadie se complace con lo que usted hace, eso siento, siento que no lleno ninguna expectativa.
-No estoy de acuerdo con usted.
-No sé en qué es en lo que no está de acuerdo pero si todo fuera como en mi cabeza, todo sería color rosa...aunque no sé porqué rosa si no me gusta, y además no hay nada en la naturaleza color rosa, sólo las flores y son efímeras, entonces ¿de qué vale si no dura?
la vida no es ni negra ni rosa, es añil y cian.
-No entiendo, ¿de qué habla? ¿Cuáles son esos colores?
-Fernando... ¿Alguna vez ha salido a la calle en una noche fría y estrellada completamente despejada y ha vuelto a ver al cielo?
El color añil es ese que cuando usted ve hacia arriba y no lo que queda frente a sus ojos si no justo al lugar que queda sobre usted, es azul pero no simple, es como, como, como en los video juegos que cuando hay un bicho que se pone triste o melancólico le ponen un aura, o como en los poemas cuando hablan de soledad, ese es el añil.
Y el cian es el color del día siguiente, es el color cielo de día perfecto para hacer un paseo, cuando no hay nubes, y las montañas se ven todas y dan ganas de sonreír, y sí, hasta de eso dan ganas.
Y todo estaba añil, estaba obscuro y llega usted y me pregunta qué me pasa, que por qué estoy seria y cuando me ve sonreír me dice que quiere que sea esta Amalia, la que usted conoce, entonces le puso un poco de blanco a mi azul. Sin embargo, cinco minutos después va e intenta ver como molesta o va y le pone cara de borrego degollado a su ex-novia porque todavía se ve que está muerto con ella.
Entonces quedo más perdida que antes y todo por mi culpa, por confundir la amistad, por no comprender que usted es simplemente alguien que puede ser buen amigo e interesarse por alguien sin necesidad de nada más.
Y no sé, no sé si está molesto conmigo, o tal vez avergonzado, pero yo tengo que sacar todo de mí, no lo aguando, o sea quizá si lo decía ganaba algo, porque el que no arriesga no gana, y si pierdo, nada puedo hacer ya porque ya lo dije y si estropeé la amistad entre usted y yo, usted mejor que nadie sabe que no fue mi intención, entonces quiero cerrar los ojos y saber qué va a pasar después, y si es como yo lo quiero dejarlo pasar. Y si todo está mal y veo que arruiné todo, que lo dañé sin poder repararlo, devolverlo, pero sólo usted puede contestarme, y sé que todo este rato no lo he dejado hablar y lo que mareado con todo, pero quería que supiera la historia completa antes de hablar, usted decide, y por favor no me salga con una de esas que usted tiene, para que yo intente analizar la situación y hacerme comprender que lo estoy viendo desde la perspectiva más complicada, porque no es así, esta vez es usted la persona que va a terminar la conversación y con su opinión, adelante...
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