Quisiera escribir algo hermoso, algo inspirador y lleno de sentimientos que nos remitan a paisajes fantásticos y mágicos. Pero no soy ese tipo de persona. Y hay otras cosas que sé que sí puedo escribir, como de la historia de la bandera "Sui Color", o lo que opinan muchos ticos sobre el juicio del nicaraguense no sé que Canda no sé que...
Pero sé de algo que es mejor hablar ahora antes de que sea muy tarde y ya no pueda...
Todos tenemos un don, algunos pintan realmente lindo, otros leen las cartas y la mano, otros cantan como ángeles, y otros pueden manipular, que aunque no muchos lo consideran un talento yo al menos sí.
El punto es que puede que yo tenga otros talentos, dones, regalos divinos, como quieran llamar a esas características que son escenciales para diferenciarnos de otros, pero ninguno me es tan preciado y significativo como el que recientemente descubrí. No es que no lo usara antes, de hecho creo que toda mi vida lo he usado, pero hasta ahora me percato de lo que significa.
Ese don que me es tan especial es el de contener. Mi capacidad para saber sonreír y mirar, la de saber qué hacer en ese justo momento, la de saber cuando hablar y cuando callar, forman parte de él; sin embargo, no sirve todo el tiempo ni con todo el mundo, puesto que ese don se activa sólo bajo circunstancias específicas. En resumen, y bajo un nombre, es el don de poder contener la locura de los demás; pero seamos serios, hablo de un desequilibrio mental verdadero.
Puede que no capten su importancia, ni su magnitud, pero para mi es de suma importancia. Puede que ustedes nunca hayan experimentado la convivencia, de manera prolongada, con alguien aunque sea ligeramente desequilibrado, pero yo sí. Así que crean que no es sólo paciencia es todo un conjunto lo que se necesita, y la clave no es el amor, es algo distinto...
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