Odio las personas que ven al cielo y creen que todo en el mundo está bien. Nada está bien. Eso es mentira, poco está bien. Pero no se puede tapar el sol con un dedo y hacernos creer que todos aquellos que estamos en capacidad de leer esto, encender nuestras computadoras, tener acceso a Internet y comer algo en cualquier momento que nos da hambre somos la mayoría. No lejos de nuestros hogares, hay un niño en la calle con hambre, hay una familia que vive entre cuatro paredes de zinc y hay una niña que llora sin consuelo.
No lejos de nuestros hogares la vida es muy distinta. No lejos de nuestros hogares, hay una familia que tiene que rendir un litro de leche una semana para cinco niños. La pobreza extrema es una realidad que queremos olvidar de este lado de la computadora. La pobreza extrema es algo que una vez que conocemos es imposible ignorar. Porque sabemos que existe, sé que todos hemos pasado por la calle y ver al lado de ella una comunidad de tugurios. Se han vuelto estos en nuestras sociedades rostros invisibles que sabemos que existen pero no reconocemos, rostros que duramente puedo decir se han llegado a considerar como parásitos que si no los vemos no están, pero en el fondo de nuestras conciencias sabemos que allí se encuentran.
Y si la pobreza extrema fuera el único problema, este mundo estaría muy bien. Podemos ver a la vuelta de cada esquina una violación, un niño abandonado en una casa de 340 metros cuadrados, un adulto mayor encerrado en un hogar de ancianos que solo recibe visita cada Navidad, una pelea a golpes, un asesinato, un secuestro, un adolescente consumiendo drogas, una prostituta y un hombre de mediana edad pidiendo por los servicios especiales de una menor de edad. Podemos ver xenofobia, racismo y todos los tipos de discriminación que se pueda imaginar desde homofobia hasta antisemitismo.
Y nosotros seguimos tapando el sol con un dedo.
Y nosotros tenemos la osadía de pedir más, porque siempre queremos más.
No pido que renunciemos a todo lo que tenemos porque sé que mucho ha costado, no pido que que se resigne a tener sólo lo que tiene ahora y nunca desee nada más. Pido que ayudemos a proteger a la niñez. Pido que no nos conformemos con un granito de arena porque podemos dar un puñito. No tenemos necesidad de muchas cosas que creemos que sí. Un Ipod de más capacidad NO es una necesidad, es un capricho. Que cada persona coma todos los días esa SÍ es una necesidad. Como también lo son la vivienda digna, la educación y el vestido.
Porque no es posible que un niño de año y medio no camine porque no tiene un piso limpio en su casa para poder apoyarse, porque el piso de tierra en un país húmedo como el nuestro puede implicarle tantas enfermedades que el costo de tenerlo alzado todo el día es mil veces menor. Porque no es posible que una niña llegue a vendernos algo en la calle y le digamos que no tenemos dinero, cuando podríamos preguntarle si tiene hambre. Porque el corazón de uno se parte por la mitad cuando oye a una niña de cuatro años agradecer por una casa de 18 metros cuadrados y que en su rostro se dibuje una grandísima sonrisa porque ahora en su casita tiene ventanas, algo que dijo con lo que siempre soñó.
Mi filosofía de vida comprende del plano micro tanto como del macro. El macro dice que hay que tener un sueño y vivir para poder cumplirlo y encontrar allí felicidad. El micro dice que la felicidad está en hacer cada día aquello que nos gusta y cumplir las pequeñas metas del diario vivir. Y si hacemos de nuestros sueños y metas el cambiar el mundo, si cada uno lo intentara entonces el mundo sí se podría cambiar. No podemos cambiar el mundo solos, pero juntos la historia comienza a cambiar.
La violencia, el abandono, el hambre, la explotación laboral y la pobreza extrema se pueden cambiar. Es hora de cambiar nuestro mundo, nuestra cultura. Ciro el grande descubrió que si le pagaba a sus trabajadores estos trabajaban mejor que en su condición de esclavos, y todavía hoy grandes compañías insisten en salarios de hambre para sus empleados. América es el continente más desigual, Asia el más poblado, África el más pobre y Europa cada año traza mejor sus líneas de una pirámide poblacional inversa. Todos sabemos qué es lo correcto, lo difícil es decidirnos a hacerlo.